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Mi sociedad actual y Pablo Escobar Gaviria

Por David Camilo Torres Eraso

Frente a titulares donde el ministro del interior justifica la excarcelación de los políticos vinculados a grupos paramilitares argumentando que en pos de una dolorosa verdad (que no tiene en cuenta a victimas, familias deshechas, sectores económicos arrasados, pueblos destruidos y demás atrocidades del conflicto armado colombiano) se puede aceptar algo de impunidad, no es extraño que nos preguntemos ¿desde cuando la moral del país se volvió laxa y permisiva con el delito en pos del mejoramiento económico, social y política? ¿Son culpables figuras como Pablo escobar de esta alteración?

La figura de Pablo Escobar, mitificada por un amplio sector de la sociedad, repudiada por las personas que luchan por cambiar a punta de un gran trabajo publicitario (muy buen diseño, galardonados logos pero sin una realidad nacional de equidad y de cordialidad que lo sustente) es el estandarte de esa doble moral, defensora del delito a favor de una mejoría en la calidad de vida en las clases sociales mas pobres.
Recordemos que paralelo a las matanzas de policías en Medellín y las bombas en el resto del país, este hombre mejoró las viviendas de los sectores marginales de Medellín, los mismos sectores que hasta la actualidad defienden y sueñan con imitar su vida.

La decisión de velar por el bienestar de los sectores marginados, confundido por muchos con pensamientos altruistas de Escobar, respondía a intereses personales que abarcaban el control político del país. Si Pablo Escobar hubiese logrado su cometido, habría establecido libertades para la producción y la comercialización de narcóticos con el aval del estado, fin reprochable pero no distante al proyecto uribista que busca conceder y reconocer a las autodefensas el uso legitimo de la fuerza, que es un privilegio del estado y que solo debe permitir el control social y el respeto de las leyes y no la defensa de intereses personales de esta organización al margen de la ley (espero que mi posición personal no sea mal interpretada como simpatía con ningún otro grupo subversivo.)

Es que Pablo Escobar, persona brillante, dotada de un pensamiento estratégico asombroso, intento conquistar a Colombia con ofertas solo realizables con el dinero del narcotráfico, como la paga de la deuda externa colombiana.

A cambio de soluciones que hubiesen mejorado la economía de todos, pero que nos limitarían aun más nuestras relaciones con el exterior, Escobar pedía la no extradición de las cabezas de los carteles del narcotráfico y la legalización de la droga, es decir, cerrar los ojos ante el delito como lo insinuado por el Ministro Olguín en la edición del periódico El Tiempo del domingo 27 de mayo de 2007.

¿Que opina el común de la sociedad colombiana sobre esta moral desviada, que no solo es visible en el medio político? La respuesta se refleja en la indolencia y la deshonestidad hecha programa de concursos como “El Jugador” o telenovelas como “Betty la fea” donde el delito y la mentira son justificados por el éxito o el amor. Dan la impresión que estas dos grandes aspiraciones de todo ser humano solo son alcanzables si se lucha por ellas sin tener en cuenta la honradez, la verdad, las leyes y las costumbres.

La moralidad de los colombianos esquiva los problemas reales para evitar pensar y evaluar que papel tiene cada uno de nosotros y se queja y protesta por trivialidades. A nadie le duele que las niñas pereiranas se prostituyan por ropa, lo asumen con normalidad y le otorgan un nombre “chicas prepago” que intenta ser peyorativo pero que después de tanto usar, pierde su peso, y lo explotan a nivel internacional, vendiendo los DVD de la polémica serie del canal caracol “sin tetas no hay paraíso”, pero por el contrario, genera escozor que en la misma serie televisiva, la madre de la protagonista termine casada con el ex-novio de su hija, que es menor que ella.

Dejemos de desviar la mirada de lo que de verdad afecta a Colombia, dejemos de cerrar los ojos y mentirnos. No se mejora el país con decir “Colombia es pasión”, apasionémonos por la verdad, la honestidad y por la honradez, gastemos en educación, en salud y en mejores condiciones para la justicia (para ejercerla, para cumplir las leyes y para pagar los delitos cometidos).